miércoles, 23 de noviembre de 2011

El caballero del aljibe..


       Cierro los ojos... escribo sin mirar las palabras. Intento concentrarme. Recuerdo... siendo muy pequeño me empeñaba secretamente en hacer ciertas cosas movido por esa íntima fascinación propia de la niñez. En el territorio de mi infancia solían haber pequeños lugares que desvelar que ejercían en mi un inquieto deseo por descubrirlos. Una ves me subí al aljibe que teníamos en la vega con la irrefrenable voluntad de levantar su enorme tapa de cemento. Escalar hasta la parte superior del depósito era muy fáci. Yo era bastante fuerte para mi edad y muy ligero, puro nervio y fibra, podía trepar cualquier árbol, pared o lo que fuera como si mi cuerpo flotara, podía saltar y colgarme con una sola mano, balancearme y engancharme con los pies a lo siguiente que estuviera al alcance. El desafío en este caso era destapar aquello yo solo, nunca lo había intentado. Me senté en el borde un momento antes de hacer nada, como para idear la manera... pero en realidad lo que estaba haciendo era otra cosa. Como en las películas, como cuando miraba a mi padre y adivinaba en él un poder que existía invisiblemente  y que por momentos parecía absorber en parte. Yo allí sentado, estaba comunicándome sin palabras con ese poder, una fuerza sagrada que me reconocía. El universo entero se detenía en ese instante para observarme, esperando que lo hiciera, confiaba en mi. Así que agarre firmemente una de las asas con mis pequeñas manos y visualice y sentí como la fe y la energía se multiplicaba por todo mi cuerpo. Era el momento, todo aquello significaba algo, una prueba, una señal. Me hice daño en las manos y tuve miedo cuando solté la tapa y golpeo ruidosamente contra el suelo, pero lo conseguí. Dejé mas de la mitad abierto. Mi destino era importante. No podía ver nada. Estaba oscuro y apenas intuía que había algo de agua mas abajo. Dejé caer una piedrita y efectivamente escuché el sonido característico que lo confirmaba amplificado por el vacío. Me parece poder recordar perfectamente la húmeda sensación del momento. Me quedé unos instantes mirando aquel espacio silencioso, oscuro e inmóvil. Aquel fondo incierto... no era otra barrera... respiré el intenso aroma de su interior... imaginé que podrían haber cosas desde hacía mucho tiempo ocultas allí que nadie conociera... Pensé en que yo bebía de ese agua, que todos lo hacíamos. Volví a cerrar  la tapa y no le dije a nadie lo que había hecho. 




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